El intrínseco instinto explorador del skateboarder vuelve a traernos una alegría. Lejos de la civilización, en un lugar por el que no se pasa por casualidad, kilómetros de dique seco estaban esperando a ser descubiertos. Tras un chivatazo llegado a través de los locales de la zona, el team nacional de Filament puso rumbo a ninguna parte para ver si todo aquel cemento era tan suculento como parecían en las fotos.
Roberto Alemañ, manager y miembro del team al mismo tiempo, se encargó de hacer de puente entre Civis Dist y el equipo, así que apechugó con los trámites y la logística para llevar sus chicos a tan áspero paraíso. En los asientos traseros se apelotonaban Tino Arena, Fran Javaloyes y Javier Suárez, cuyos culos competían por unos centímetros extra de asiento con Alejandro Martínez, que desgraciadamente se tuvo que conformar con pasear las muletas por la campiña. También se acercaron hasta allí Fran Orts, miembro del flow y encargado de promocionar la compañía de calzado por la zona, además de varios colegas de Rober que no querían perderse este curioso plan de fin de semana. Algún día conoceréis a Charly y ya no os querréis separar nunca de él. A ese tío le dedicamos el artículo y cada ollie que hagamos desde hoy hasta caer en la tumba.
A propósito del despropósito
Un enorme aeropuerto, porque no los hay de otro tamaño, aguarda paciente que alguien use su pista para aterrizar, pero eso no sucede ni tiene pinta de ir a suceder a corto plazo. Se trata de otra de esas infraestructuras que contaron con presupuestos astronómicos arañados al bolsillo público. Seguramente los que lo estaban proyectando ya sabían a ciencia cierta que aquello era innecesario. Estaban pasando cosas como esta en todos los rincones del país, pero había que seguir alimentando el sector de la construcción y, ya de paso, desviar algo de efectivo para cubrir gastos personales (champán, prostitutas, carros guapos… ya sabes). En demasiadas ocasiones las cosas estaban claras desde antes de poner el primer ladrillo, pero a todos nos iba regular (tirando a bien) y nos distrajimos mirando las pantallas de nuestros juguetitos electrónicos camino de alguna isla del Caribe. Pero el tiempo, ese que pone todo y a todos en su sitio, nos arrojó la realidad a la cara.
El famoso boom de ladrillo dejó grandes y apetecibles novedades al alcance de nuestro radar.
No necesitábamos todos esos centros culturales, auditorios, aeropuertos y demás. Muchas de las ciudades que vieron elevarse este tipo de instalaciones se descubrieron incapaces de asumir el coste de terminarlas. Algunas tuvieron la suerte de ver culminadas sus obras y, ya con la cinta cortada por el alcalde de turno, despertaron del sueño de la abundancia sin presupuesto para abrirlas o suficientes personas a las que dar servicio en sus caprichos arquitectónicos. Todo mal, todos perdemos, pero algunos hemos sacado un rédito indirecto del que no se habla en la prensa generalista. Los skaters somos silenciosos amantes de la arquitectura. Por lo general no tenemos idea de los conceptos más técnicos de la misma, pero sólo necesitamos echar un vistazo por encima para ver si un lugar ofrece posibilidades para el skateboarding. No entendemos de materiales, acabados ni precios, pero el famoso boom de ladrillo dejó grandes y apetecibles novedades al alcance de nuestro radar. Una de ellas es la enorme canalización de agua que ha hecho posible este artículo. Rodea un aeropuerto que nunca abrió sus puertas y por allí sólo hay un pequeño grupo de guardias de seguridad cuidando el cobre. La sesión que nos dimos le salió cara al contribuyente, pero bueno, así de absurdo es este mundo algunas veces. Hoy la obra está un poco más amortizada. De nada. Ha sido un placer.
Roberto Alemañ. Backside T
Supervivencia
Cuando te metes en un fregado por voluntad propia has de afrontar los inconvenientes que te depare el destino. Si decides acampar en una canalización de aguas perdida entre kilométricas de huertas, más te vale hacerte a la idea de que estarás aislado del mundo y que las comodidades serán las justas. Los de Filament querían que su experiencia en el dique fuese lo más intensa posible, así que no les bastó con dejarse caer por allí durante las horas de sol. La idea era pasar la noche allí mismo y, además patinar las suculentas formas del lugar, vivir juntos una aventura poco común que ayudase a estrechar lazos a un team casi recién formado.
Pues eso: tiendas de campaña, linternas, hornillo, café de puchero… el maletero de los coches no sólo contenía tablas de repuesto y la típica chaquetilla por si refresca, sino todo un arsenal de cachivaches más propio de “El Último Superviviente” que de un tour de skate. Y no es que mezclar skate y acampada sea una gran novedad, pero este viaje estaba bastante lejos del contacto con la naturaleza que tanto idolatran los campistas asiduos. El spot está en medio de un terruño sin ningún atractivo especial y, aunque ha sido invadido por el cemento y es 200% patinable, su inmensidad mete la desolación en los huesos del que lo visita.
«Aunque es 200% patinable, su inmensidad mete la desolación en los huesos del que lo visita.»
Este dique se extiende varios kilómetros y lo recorrimos casi en su totalidad para sacar partido a sus muchas posibilidades, pero no era plan de ir paseando con todos los bártulos de acá para allá. El cuartel general era prácticamente una alcantarilla y, si bien algunos parecían manejar un nivel medio de amor por el aire libre y el campo, la mayoría de los presentes se encontraban bastante fuera de lugar en tan aislado paraje. Aquella zona techada nos cobijó del rocío nocturno y ayudó a disimular el fuego con el que nos calentamos y alimentamos. Los seguratas estaban bastante desconcertados con nuestra presencia, pero les explicamos nuestras intenciones y hubo bastante nivel de comprensión. Todo estaba bien para ellos y cruzamos algunas bromas sobre despilfarros de pasta, aburrimiento y otros temas que venían al caso, pero el fuego cambió las cosas. En el momento que las llamas empezaron a pintar una estela de humo en el cielo nos convertimos en su marrón. Aparecieron de nuevo en nuestras vidas usando el poco protocolario sistema del silbido pastoril y comenzó la discusión. Que si va a venir la Guardia Civil a ver qué pasa… que si a mi no me importa, pero… ya os podréis imaginar los orgumentos. Vamos, que hubo que mandar para allá un par de diplomáticos y acordamos rematar la cena cuanto antes y poner el fuego al mínimo para combatir el frío.
Fran Javaloyes. Flip to fakie
Pico y pala
¿Está guapo el spot? ¿Crees que esta peña lo ha patinado bien? ¿Los trucos serán más difíciles de lo que parece en las fotografías? Puede que te estés haciendo esas preguntas según vas pasando las hojas de este artículo, pero dejaremos en tus manos el modo de encarar las respuestas. Lo que de verdad no se puede reflejar en las fotos (al menos no en las de acción) es la cantidad de tiempo que hay que emplear para hacer patinables estos lugares. Las superficies están, ya de por si, rematadas con bastante poco cariño, pero lo tosco del terreno no fue el peor de los enemigos que encontraron los chicos de Filament. Allí había mierda para llenar varios estadios y el concepto barro, tan asiduamente usado en el skateboarding, aquí perdía sus connotaciones metafóricas.
«El concepto barro, tan asiduamente usado en el skateboarding, aquí perdía sus connotaciones metafóricas.»
Palas, sopladora, herramientas improvisadas… sobraba curro y faltaban manos, pero las ganas de ripar ciertos rincones de la canalización motivaban bastante a la hora de doblar la espalda para adecentarlos. Este tipo de situaciones (los marronazos chungos, vaya) tienden a poner a cada uno en su sitio, así que hay que celebrar que ninguno de los presentes quedase como el puto culo por escaqueado. Allí se trabajó a muerte sin importar quién sería el afortunado en patinar el sitio de turno. Dio igual si se trataba de retirar cuatro hojas y algo de polvo o varios metros de tierra mojada. Todo el mundo estaba metido en la atmósfera de la misión y los actos casi eran reflejos. Quizá esto fuese fruto de pernoctar allí mismo. Aquel era nuestro hogar, nuestro parque de atracciones, nuestro paraíso… nadie iba a ayudarnos a disfrutarlo ni a enfrentarnos a sus inconveniencias. No sé… movida tribu del amazonas… es tan fácil fliparse en un sitio como este. Cada expedición por la zona nos devolvía una nueva estructura que analizar, limpiar y ripar. Las energías se recargaban en todo momento y los raspones de las misiones anteriores parecían doler menos. Allí había mucho que patinar y un tiempo limitado para hacerlo, así que había que mantener los ánimos en todo momento y dar prioridad a los actos por delante de las reflexiones.
Javier Suárez. Ollie into the bank
La salud es lo primero
Viajar a otra cuidad, montarte en un coche en el que no cabe un alfiler, surcar caminos de tierra hasta llegar al culo del mundo, dormir en el suelo, quitarte las legañas con saliva… la experiencia en el dique estaba lejos del lujo, pero hubo una parte que sí que lo rozó. Sabíamos que el sol, el trabajo previo y el skateboarding desgastarían a los soldados, pero Rober Alemañ tiene los huevos bien pelados y contrarrestó todas las carencias planificando bien el tema alimentarse. La barbacoa echó humo suficiente para saciar a todo el mundo en varias ocasiones y, el día de la despedida, tiró de contactos para que un colega se acercase a currarse una señora paella. El que pasó hambre durante la estancia fue porque le salió de los cojones… no nos faltó de nada. Lo único que se echó en falta fue el azucar para el café, pero eso poco tuvo que ver con la falta de planificación. Por lo visto el edulcorante que hemos tomado toda la vida es más malo que esnifar yeso, así que nos tocó amanecer con un trago amargo e ir endulzando el gesto mañanero de forma natural. Todo lo demás fue una delicia… putos jipis…
Charly. Nosepick
Trip Advisor
Quizá te estés preguntando dónde está exactamente este capricho arquitectónico y te mueras de ganas de patinarlo, pero no sería justo publicarlo aquí. Si de verdad te apetece darte un homenaje en este arisco spot vas a tener que buscarte la vida. Al final en esto del skateboarding somos cuatro matados y en estas páginas ya tienes indicados unos cuantos timbres a los que llamar. Así la cosa quedará entre skaters y, sabiendo mantener las buenas relaciones con hortelanos, seguratas, mosquitos y otra fauna de la zona, el lugar seguirá disponible durante mucho tiempo para que cada cual vaya a expresarse. Los aviones no tienen pinta de ir a llegar pronto, así que puede que nuestra presencia haga un poco menos absurdo que aquello exista ¿Quién sabe? Nosotros le hemos puesto cinco estrellas en Trip Advisor. Ese dique fue nuestra casa y nunca vamos a olvidar su patio trasero.
Tino Arena. Backside tailslide
Puedes disfrutar de este artículo en papel dentro de Dogway Skateboard Magazine #132. Si te apetece ver un resumen más completo del número o informarte de cómo hacerte con un ejemplar, no dudes en pasarte por la sección «revista».
Foto: Gerard Riera
Vídeo: Javier Menéndez
Texto: Javier Menéndez